El pasado domingo 10 de octubre fue el Día Mundial de la Salud Mental, una problemática que no ha sido considerada con la relevancia e importancia que se merece, hasta ahora.

El pasado domingo 10 de octubre fue el Día Mundial de la Salud Mental, una problemática que no ha sido considerada con la relevancia e importancia que se merece, hasta ahora. Por fortuna, está situación está cambiando y, cada vez más, los deportistas y también la sociedad son conscientes de la repercusión y del valor que puede llegar a tener la salud mental en nuestras vidas.
La psicología y la salud mental están en boca de todos en los últimos tiempos y, en estos meses, también en lo que al deporte se refiere. Es por esto, que en esta publicación trataré de mostrar como de importante es la salud mental y como las historias de diferentes deportistas están ayudando a que los individuos sean más conscientes de esta situación que poco a poco es menos tabú en el deporte y en la sociedad.
«Nadie es perfecto, así que sí, está bien no estar bien.»
Michael Phelps.
Antes de todo, creo que es importante definir el concepto de salud. Desde un inicio, la OMS ha incluido el bienestar mental en la definición de la salud. De este modo, definen la salud como un estado completo de bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia.
Solemos relacionar el hacer deporte con tener una vida saludable, pero para algunos deportistas de élite llevar a cabo sus carreras profesionales les ha llegado a costar su estabilidad psicológica y emocional. La salud mental de los deportistas se pone en riesgo debido a las altas expectativas que se tiene sobre ellos, a la exposición pública a la que están expuestos y a la necesidad de conseguir resultados, donde el éxito está reservado solo para aquellos clasificados en la primera posición y quedar en una segunda posición es considerado un fracaso.
Una relación sana entre la mente y el físico es fundamental para tener un buen rendimiento en el deporte. Cualquier perturbación que altere este equilibrio puede llegar a crear una relación de causa y efecto: tener problemas de salud mental puede llegar a provocar lesiones físicas. Es por ello por lo que la psicología del deporte ha crecido de forma espectacular en los últimos años y, cada vez más, la presencia de psicólogos en el staff técnicos se ha normalizado.

La retirada de la competición de la gimnasta norteamericana Simone Biles en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, ha puesto en el ojo del huracán la importancia de la salud mental en el rendimiento de alto nivel. Nunca antes se había hablado tanto sobre el estrés y presión a la que están expuestos los deportistas profesionales. Este estrés, provocado por la competición, puede llegar a crear un problema más grave, ya que muchos deportistas no llegan al alto nivel competitivo debido a las causas psicológicas. Es por este motivo por lo que muchos de los atletas mantienen en secreto los problemas psicológicos que tienen.

«Hay que incorporar el entrenamiento psicológico en el entrenamiento general, esto es, a la formación integral del deportista. Al deportista se le prepara estratégicamente de forma técnica y física, pero también hay que formarle, cuanto antes, en la parte psicológica», afirma Pablo del Río, psicólogo de la Unidad de Psicología de la Agencia Española de Protección de la Salud.
La presión a la que están sometidos los deportistas durante una competición como los Juegos Olímpicos o un acontecimiento deportivo especial es muy elevada. Tal y como explica Pablo del Río, esta presión aumenta «cuando un deportista tiene expectativas externas y está pensando en la prensa, en los demás o en lo que los demás piensan de él».
Es por eso, que el entrenamiento psicológico se basa en enseñar a los deportistas a controlar sus pensamientos, emociones y conductas; antes, durante y después del entrenamiento. «El primer paso para entrenar es incorporar al entrenamiento aquellas habilidades psicológicas que luego se deben de transferir a la competición», afirma Del Río.
Un reciente estudio de The British Journal of Sports Medicine concluyó que el 34% de los atletas en activo padecen ansiedad o depresión, mientras que el 19% sufren de alcoholismo. A todo esto, cabe remarcar que este estudio fue realizado antes de la pandemia, por lo que se ignora el impacto que ha tenido el Covid-19 en los atletas durante este año olímpico.
«Tenemos que proteger nuestras mentes y nuestros cuerpos, y no solamente salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos.»
Simone Biles
Como decía anteriormente, cada vez son más los deportistas que hacen públicos sus problemas y experiencias relacionadas con los problemas de salud mental. A continuación, repaso algunas de las historias de estos deportistas:

Michael Phelps.
En abril de 2018, reconoció que pensó en quitarse la vida en varias ocasiones después de competir, cada cuatro años, en los Juegos Olímpicos. Phelps relató que tocó fondo tras los Juegos Olímpicos de Londres 2012, cuando anunció por primera vez su retirada de la competición. «Había una parte de mí que no quería estar viva». «Hay momentos en los que me siento absolutamente inútil, en los que me cierro por completo, pero lleno de ira. Si soy sincero, más de una vez he gritado en voz alta, ¡Desearía no ser yo!»

Liz Cambage.
Liz Cambage siempre ha sido sincera con sus problemas mentales: por ejemplo, después de que Australia perdiera en cuartos de final de los Juegos de Río 2016, llegó a pensar en el suicidio. El baloncesto la estaba destruyendo. La australiana reclama para la WNBA una medida como la que ha tomado recientemente la NBA, que obliga a sus equipos a contratar profesionales para atender la salud mental de sus jugadores.

Ricky Rubio.
Ricky Rubio ha escrito una desgarradora carta publicada en ‘The players tribune’ en la que habla de forma extensa sobre como le afectó el fallecimiento de su madre. El jugador confiesa haber pasado momentos muy duros durante el duelo. “Durante la mayor parte del año siguiente a su muerte, vivía enfadado. Culpaba a muchas cosas. Culpaba al baloncesto. Pasé por una depresión”.

Noah Lyles.
El campeón del mundo de 200 metros confesó en sus redes sociales que está tomando medicamentos contra la depresión. Tras proclamarse campeón del mundo en Doha el pasado año, Lyles ya confesó que había sufrido depresión cuando era un niño por sus problemas de aprendizaje y dislexia, lo que provocó que en el colegio sufriera acoso, lo que agravó la depresión.

Simone Biles.
La cuatro veces campeona olímpica Simone Biles aseguró que «debería haber renunciado mucho antes de Tokio» después de retirarse de cinco de sus seis finales en los Juegos Olímpicos de Japón. Biles había estado viendo a un terapeuta en el período previo a los Juegos Olímpicos y contó que la ansiedad se apoderó de ella cuando llegó a Tokio.

Bojan Krkic.
Bojan quemó etapas en cuestión de meses. cuando fue convocado con la selección absoluta para jugar un España-Francia y no apareció por Las Rozas, la versión oficial es que tenía gastroenteritis. La realidad era bien distinta . «Sufrí ataques de ansiedad, pero al fútbol no le importó», aseguró en una entrevista demoledora en The Guardian.

Naomi Osaka.
La estrella del tenis escribió en un relato en primera persona para la revista Time sobre la serie de acontecimientos que comenzaron cuando anunció que no participaría en las conferencias de prensa posteriores a los partidos del Abierto de Francia, diciendo que en esos eventos hay un gran “desprecio por la salud mental de los atletas”. Así que Osaka se retiró del Abierto de Francia, haciendo público en un comunicado que sufre de depresión y ansiedad.

Kilian Jornet.
“He llegado a odiarme, a odiar a Kilian Jornet, a odiar mi foto… Es duro verme como un mito sólo porque corro más rápido”, comenta el atleta de la Cerdanya. “En el 2011, en la mitad de la Cavalls del Vent, oía a la gente que me animaba y yo lloraba, me odiaba… Me siento sucio de alguna manera, sucio por la admiración de la gente, por ese mundo de fanatismo, necesito limpiarme y lo hago haciendo cosas que me acerquen a la muerte”.
En definitiva el hecho de que atletas de gran renombre mundial como Simone Biles y Naomi Osaka hablen de sus problemas de salud mental, abre la puerta a tratar abiertamente el tema y ayuda a cambiar el estigma al que se enfrentan muchos atletas de élite. Al final, los atletas son seres humanos a quienes no podemos señalar por sus flaquezas y únicamente aplaudirles sus logros. El gran esfuerzo que hacen, siempre será digno de reconocerse.