Yusra Mardini, la refugiada olímpica.

Una historia de supervivencia y superación que la ha llevado a ser ejemplo de lucha para los miles de refugiados que hay en el mundo.

En marzo de 2011 se inició la guerra de Siria. Un conflicto que se ha cobrado centenares de miles de vides y donde más de 12 millones de personas se han visto obligados a huir de sus hogares buscando un lugar donde poder refugiarse. Entre todas estas personas encontramos a Yusra Mardini, una nadadora olímpica que ha sido capaz de poder participar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016 y en los de Tokio 2020.

Yusra Mardini, nadadora del equipo de refugiados en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

La historia de esta nadadora es, simplemente, de elogio y alabanza. Una historia de supervivencia y superación que la ha llevado a ser ejemplo de lucha para los miles de refugiados que hay en el mundo. Fue su padre, que trabajaba en Siria como entrenador de natación quien le inculcó a Yusra y también a su hermana Sarah el amor por el agua.

“I am strong enough to make others believe in their dreams again.”

Yusra Mardini

Para conocer su historia nos tenemos que remontar en agosto de 2015 cuando Yusra Mardini y su hermana Sarah decidieron huir de su país después de que su casa y la piscina donde entrenaban quedaran totalmente en ruinas debido a la situación del conflicto en Siria.

Yusra, Con tan solo 17 años y ya habiendo representado a su país en el Campeonato Mundial de Piscina Corta de 2012, y su hermana atravesaron Líbano y llegaron hasta la costa de Turquía. Desde allí, apretadas en una barca junto a otras 18 personas, partieron para cruzar el mar Egeo en dirección a Grecia. En mitad de la nada, cuando llevaban 30 minutos de travesía, el motor se negó a seguir funcionando y el bote quedó a la deriva. La embarcación amenazaba con hundirse y la mayoría de los pasajeros no sabía nadar. Las hermanas Mardini se lanzaron entonces al agua para empujar la embarcación en busca de tierra firme. «Con una mano sujetaba la cuerda que estaba atada al bote, mientras que nadaba con la otra y los pies».

Con el esfuerzo de las hermanas, exhaustas y muertas de frío, avistaron la costa de Lesbos tres horas y media después. «Había gente que no sabía nadar. No iba a quedarme sentada y a quejarme de que me iba a ahogar. Si me iba a ahogar, al menos lo haría habiéndome sentido orgullosa de mí y de mi hermana».

Ya en Grecia, pusieron rumbo hacia Alemania realizando algunos tramos a pie y otros ‘ayudadas’ por mafias que se aprovechan de la desesperación de la gente. Una vez en suelo germano, se establecieron en un campo de refugiados en busca de un futuro mejor.


En los Juegos Olímpicos de 2016, celebrados en Río de Janeiro, el COI decidió crear el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados. Dos sirios, un etíope, cinco sudsudaneses y dos congoleños, seis hombres y cuatro mujeres, formaron la selección, que compitió bajo bandera olímpica y con las siglas R.O.T. Yusra, tras demostrar su talento en el agua, venció al destino y paso de estar en un campo de refugiados a disputar sus primeros Juegos Olímpicos.


Yusra Mardini ganó su serie con un tiempo de 1:09.21, marca que no fue suficiente para avanzar a semifinales. Tampoco lo hizo días después en la prueba de los 100m estilo libre. Aun así, estuvo al mismo nivel que el resto de sus competidoras, donde solo ella era la única deportista refugiada.

En los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, celebrados el 2021 debido al Covid-19, la nadadora de Siria volvió a competir de nuevo en el equipo R.O.T en la prueba de 200m mariposa con un tiempo 1:06.78. A sus 23 años, Yusra Mardini es un claro ejemplo de superación y, aunque sus resultados no fueron suficientes para ir superando las pruebas, a lo largo de su vida personal ha demostrado que es una auténtica campeona.

Cuando escribo estas publicaciones siempre intento ser lo más objetivo posible (aunque llegar a la objetividad total es imposible, ya que por el simple hecho de decidir escribir sobre estos temas ya no lo soy del todo) y solo trato de exponer los hechos sucedidos y como estos tuvieron un impacto más allá del deporte. Pero en esta publicación me gustaría hacer una pequeña reflexión.

Mientras buscaba información sobre la deportista y leía lo que había vivido, se me ponía la piel de gallina, al descubrir lo que Yusra Mardini había vivido. Muchas veces estamos tristes porque no podemos comprarnos un nuevo teléfono móvil, o porque debido a la situación pandémica no podemos salir de casa o hacer un viaje, o porque hemos tenido un mal día en el trabajo y nuestro jefe o jefa se ha enfadado con nosotros, mientras que otra gente tiene que huir de su propio país porque una guerra o una catástrofe natural ha destruido por completo su hogar y tienen que “viajar” en busca de un nuevo lugar donde puedan rehacer sus vidas.

«Aprendí desde muy pequeña que nadar es mi vía de escape en la vida».

Yusra Mardini

Con esto no quiero decir que no podemos tener un día malo. Lo que quiero decir es que tenemos que reflexionar y relativizar sobre los problemas que tenemos algunos de nosotros y pensar que hay gente que no tiene absolutamente nada y que mientras nosotros estamos en casa cenando tranquilamente, en otro lugar del mundo hay gente que tiene que nadar en medio del mar horas mientras arrastra con una cuerda a 18 personas para poder salvar sus vidas.

El 20 de junio de 2017, Día Mundial del Refugiado, fue nombrada embajadora de ACNUR. Actualmente, Yusra sigue viviendo en Alemania, ha publicado un libro con su biografía y se habla de una posible película sobre su vida.

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